Entre dos Mundos

 

Between Two Worlds

 

Jimag nugka intaniakbaunum

 

DOI: https://doi.org/10.55996/manguar.v4i1.304

 

Recibido: 15-12-2024         Aceptado: 25-01-2025

 

Josue Hernandez-Dávila

Universidad Nacional Intercultural Fabiola Salazar Leguía de Bagua.

Escuela profesional Ingeniería civil

jhernandez@unibagua.edu.pe

https://orcid.org/0009-0009-8079-3592

Resumen

En lo profundo de la selva amazónica, Najamtai, un joven Awajún, se enamora de Deyci, una mestiza que llega a su comunidad acompañando a misioneros. A pesar de la conexión entre ambos, su amor enfrenta la resistencia de sus respectivas culturas y familias. Los ancianos Awajún temen que la relación debilite sus tradiciones, mientras que la madre de Deyci insiste que el vínculo será efímero. Su amor, representado como un desafío a las barreras culturales, desata la furia del Yacumama, el espíritu del agua, quien advierte sobre el dolor que puede causar el amor entre dos mundos. Aunque intentan resistir las presiones externas, Deyci, consumida por el miedo y las críticas, decide dejar a Najamtai devastado. Deyci, lejos de la selva, nunca supera completamente su pérdida, mientras que en la comunidad Awajún, la historia de Najamtai y Deyci se convierte en una leyenda que resuena en las aguas del río como una canción triste. Años después, Deyci regresa al río, recordando a Najamtai. En los tiempos modernos, esta historia se convierte en un símbolo de las complejidades y desafíos del amor intercultural entre Awajún y mestizos, marcado por prejuicios, diferencias culturales y las tensiones de un mundo en constante cambio.

 

Abstract

Deep in the Amazon jungle, Najamtai, a young Awajún man, falls in love with Deyci, a mixed-race woman who arrives in his community accompanying missionaries. Despite the connection between the two, their love faces resistance from their respective cultures and families. The Awajún elders fear that the relationship will weaken their traditions, while Deyci's mother insists that the bond will be short-lived. Their love, portrayed as a challenge to cultural barriers, unleashes the fury of the Yacumama, the water spirit, who warns of the pain that love between two worlds can cause. Although they try to resist external pressures, Deyci, consumed by fear and criticism, decides to leave Najamtai devastated. Deyci, far from the jungle, never fully overcomes her loss, while in the Awajún community, the story of Najamtai and Deyci becomes a legend that echoes in the waters of the river like a sad song. Years later, Deyci returns to the river, remembering Najamtai. In modern times, this story becomes a symbol of the complexities and challenges of cross-cultural love between Awajún and mestizos, marked by prejudice, cultural differences and the tensions of an ever-changing world.

 

Etégja agagmau

Ikamnu atushat pujú, Najamtai, makichik datsa íinia, pakijímauwai apachin Deyci daagtinun níi pujamunum ijak jegaun. Mai anenis pujamunmash, dakitdaibau asauwai patají pujuti pachis. Muun aidau ishamas diinau apachjai nuwenbaunak jutí pujti imanchau wajasai tau asa. Tuja Deyci dukuji wakegau maí apachik nuwenatinme tusa. Dita anéniamu aig, utugchat diyámu pujut awajundau nuwigtu apachdaujai áu,  Yacumama senchijin iwáinaku, yumí wakanín, ujakúi wake besemag nagkaemamainun jikamsá aneniamu jimág pujutnumia. Imatika imatjamash, Deyci ishamak nuwigtú senchi chicham patatam, wake besemag ukukuiwai Najamtain. Deyci, atushat ikámnu pujus, pakijinak kajimatchau, tuja awajún batsatkamunum, Najamtai nuwigtu Deyci  batsamá wajakbauk augmattai jugakui, namak uutu anen dakumam wake besemag jugamaina anin jugakui. Kuwashat mijan nagkaemakbaunum, Deyci waketkiuwai namaká, Najamtain adeag. Yabai pujutnumag, jujú augmatbau najaneawai anentaibau jukí wajuk utugchat igkunnawa apach awajúnjai aneniamunmash, nugkanmaya pujut yapa yapajina wegamunmash.

 

 

 

Entre dos mundos

 

En lo más recóndito e ignoto de la selva amazónica, donde las estrellas se reflejan en los ríos como ojos de los ancestros, vivía Najamtai, un joven Awajún, conocido por su valentía y su habilidad con la lanza. Su comunidad le consideraba un líder en formación, pero su corazón estaba atrapado por un amor imposible. Desde que vio por primera vez a Deyci, una joven mestiza que llegó con los misioneros, su mente, corazón y espíritu de Najamtai había dejado de pertenecerle por completo.

 

Deyci era hija de un hombre de la costa llamado Emilio y una señora chotana de la sierra peruana llamada Ruth. Aquella mística cabellera era como el río en la noche, y su voz tenía el poder de calmar incluso a los espíritus más inquietos. Llegó a la comunidad Awajún de Yupicusa acompañando a un grupo de maestros que buscaban enseñar a leer y escribir. Desde el primer día, los ojos de Najamtai y Deyci se encontraron en silencio, hablando un lenguaje que no necesitaba palabras.

 

­—¡Los ancestros han tejido algo entre nosotros! —, exclamó Najamtai una tarde, acercándose a Deyci mientras ella escribía en su libreta junto al río, pues ambos desde el primer momento sintieron un amor inmenso.

 

 Nuestros mundos son diferentes… respondió Deyci, aunque su voz temblaba de emoción.

—No puedes ignorar las barreras que nos separan—.

 

Pero Najamtai no podía renunciar a lo que sentía, en los tiempos antiguos las relaciones amorosas entre diferentes razas no eran aceptadas por Yacumama ni por los Apus, considerándose traición. Sin embargo, a pesar de esto durante semanas, se acercó a ella con historias de la selva, regalos de collares hechos de semillas y flores del bosque. Deyci, pese a sus dudas, se dejó envolver por la magia de la selva y por la sinceridad del joven.

 

El amor entre Najamtai y Deyci no pasó desapercibido ante ancianos Awajún quienes veían con preocupación la relación.

 

— Nuestro pueblo Awajún ha sobrevivido porque hemos mantenido nuestras tradiciones puras — resonó Chumap, el Apu de la comunidad.

—Si abres tu corazón a alguien de fuera, nos debilitas a todos .

 

La familia de Deyci también estaba en desacuerdo. Su madre, temerosa de que su hija se quedara atrapada en un mundo que no comprendía, insistió en que regresaran a la ciudad, —No puedes construir un futuro con alguien que vive en un universo tan distinto al nuestro— le dijo con firmeza.

 

Ambos jóvenes sintieron el peso de sus mundos sobre ellos, pero su amor seguía resistiendo como el árbol de cedro en medio de la tormenta.

 

Una noche, mientras Najamtai y Deyci se encontraban junto al río, en un momento las nubes oscuras cubrieron el cielo y un viento extraño recorrió la selva.

 

— Algo malo va a ocurrir— Susurró Najamtai, mirando el agua.

El río comenzó a burbujear, y del fondo emergió Yacumama “Madre del Agua, gran culebra similar a la anaconda pero mucho más grande”, el espíritu del agua, con una mirada que mezclaba furia y tristeza.

 

— ¿Qué haces, Najamtai? — preguntó el espíritu

—¿Por qué traicionas las raíces que te dieron vida?

 

—No traiciono a nadie — respondió Najamtai con osadía y con valentía.

—Mi amor por Deyci no debilita a mi pueblo; lo enriquece al hacerlo un amor que no mide razas, ni sociedades—.

 

Pero Yacumama no estaba convencido…

 

—El amor entre dos mundos solo trae dolor y desdicha. Te daré una última advertencia: si sigues este camino, pagarás un precio que tu corazón no podrá soportar—.

 

Najamtai quiso responder, pero Yacumama se sumergió en el agua, dejando tras de sí un silencio sepulcral. Pese a la advertencia, Najamtai y Deyci continuaron viéndose en secreto, pero la presión de sus respectivas comunidades y la familia empezaron a desistir de este amor hacia Najamtai.

 

—Najamtai, no puedo más — le dijo Deyci una noche, con sus ojos llenos de lágrimas.

—Tu pueblo me ve como una intrusa, y mi madre me dice que estoy perdiendo mi futuro en tus manos—.

 

—Eres mi futuro— Respondió Najamtai, tomándola de las manos.                  —¡Construyamos un camino juntos! — exclamo entre lágrimas.

 

Un silencio domino el lugar…….

 

Pero Deyci, consumida por el peso de las críticas y el miedo, no podía ver una salida, en el fondo amaba a Najamtai, pero decidió soltarle.

 

—No quiero que te destruyas por mí —susurró, antes de huir hacia la costa peruana

 

Desesperado, Najamtai corrió tras ella, pero Deyci ya había decidido regresar a la ciudad con su madre. Antes de partir, dejó una carta junto al río, explicando que, aunque amaba a Najamtai, no podía ser la causa de su conflicto con su pueblo.

 

Najamtai encontró la carta al amanecer y, al leerla, sintió que su mundo se desmoronaba. Sin saber qué más hacer, fue al lugar donde había visto a Yacumama por última vez.

 

—¡Espíritu del agua! —gritó, arrodillándose frente al río.

—¡Llévame a mí, pero no dejes que mi amor sea en vano!.

 

Yacumama emergió una vez más, con una mirada llena de compasión y dolor.

—Te lo advertí, Najamtai, pero tu sacrificio no salvará lo que ya está roto—. Sin embargo, el espíritu aceptó su súplica.

 

Con un movimiento de sus manos, envolvió a Najamtai en las aguas del río, aquel joven desapareció, convirtiéndose en parte del Marañón, mientras el cielo lloraba en forma de lluvia.

 

Deyci, lejos de la selva, nunca supo del destino de Najamtai, pero en las noches, cuando el viento soplaba, podía jurar que escuchaba su voz llamándola. Intentó seguir adelante, pero una parte de su corazón quedó anclada en la selva.

 

En la comunidad Awajún, el río comenzó a comportarse de manera extraña. En las noches tranquilas, las aguas cantaban una melodía triste, como si narraran la historia de un amor que desafió las barreras del mundo.

 

Los ancianos comenzaron a contar la historia de Najamtai y Deyci a las posteriores generaciones, no como un aviso de castigo, sino como una enseñanza sobre la fuerza y la fragilidad del amor intercultural.

 

Deyci regresó muchos años después, ya convertida en una mujer madura. Fue al mismo río donde había conocido a Najamtai, mientras miraba el agua, dejó caer una lágrima que fue absorbida por la corriente. En ese momento, el viento sopló con una fuerza inesperada, trayendo consigo un susurro:

 

—“Nunca dejé de amarte”.

 

Llena de tristeza, Deyci comprendido que, aunque su amor no había podido vencer las barreras, su recuerdo viviría eternamente en el espíritu del río.

 

FIN DEL CUENTO

A modo de conclusión

 

En los tiempos actuales, cuando las raíces culturales parecen desdibujarse en un mundo que avanza con prisa, amar entre dos mundos se ha convertido en una lucha constante. Entre el pueblo Awajún y los mestizos, de manera análoga tal cual pareja Najamtai y Deyci el amor no solo enfrenta las dificultades propias de cualquier relación, sino también el peso de la historia, los prejuicios y las diferencias culturales. Las barreras no son solo lingüísticas o tradicionales; son heridas que generaciones arrastran, marcadas por incomprensión, a veces, rechazo.