Narración ancestral Wampís

El nacimiento de Etsa

 

Recibido: 10/04/2024.            Aceptado: 09/07/2024.

 

DOI: https://doi.org/10.55996/manguare.v3i2.252

Fuente: Manuel García-Rendueles. Yaunchuk… Universo místico de los huambisas. (1996), páginas 402-412.

Narrador: Andrés Tello

Lugar: Caterpiza (Río Kanús Santiago)

Año de grabación: 1981

Ilustraciones: Gerardo Petsaín Sharúp

Transcripción: Equipo de trabajo de la Dirección de interculturalidad

 

 

 

Resumen:

Este mito narra el surgimiento de Etsa (Sol), que es en la cultura awajún y wampis una de las espiritualidades de mayor relevancia. El sol marca el ciclo del agua, el agua marca el ciclo de los bosques y el ciclo de los bosques marca el ciclo de la vida.

Palabras clave: Etsa, Sol, mito.

 

 

El nacimiento de Etsa

01.  Los viejos cuentan este aújmatmau.

02.  Mis viejos contaban que, cuando las cosas recién se transformaban, sucedió esto.                                        

03.  Cuando Ajáim exterminó a todos los hombres, una mujer se fue a buscar tsúntsu.

04.  Mientras la mujer buscaba tsúntsu, Ajáim, que andaba por el monte, la encontró y la mató. La golpeó y la mató.

05.  Después de matarla la llevó a un río grande.

06.  Después de matarla la llevó arrastrando quebrada abajo.

07.  Para destripar a la mujer, Ajáim la colocó encima de una roca grande y plana.

08.  La puso ahí, la destripó y limpió sus vísceras.

09.  Limpiando bien todo, la dejó.

10.   Del vientre de la mujer Ajáim sacó un bebé y la placenta(1), y la dejó encima de la roca.

11.   Cuando Ajáim se fue al monte a recoger verdura eép, Untúru(2) llegó y tiró al agua al niño.

12.   Regresando Ajáim, al no ver al niño pensó:

-          El bebito se habrá bajado por la quebrada.

13.   Pensando eso, Ajáim buscó bien pero no lo encontró.

14.   Cómo no encontró al bebito, sólo se llevó a la mamá y, llegando a su casa, dijo:

-          Perdí a la cría de esta mujer.

15.   Diciendo eso, avisó a su señora.

16.   – Maté a una mujer embarazada, pero perdí su cría.

17.   Diciendo eso, avisaba a su señora.

18.   Ajáim arrancó la cabeza de la mujer, la cocinó y comió el cerebro, dejando la cabeza hueca.

19.   Luego guardó la cabeza para soplar con ella.

20.   Antes de cocinar la cabeza, Ajáim le sacó los ojos y los llevó para endurecerlos secándolos al sol.

21.   Una vez que los ojos se endurecieron, Ajáim los dejó y pasó y tiempo largo.

22.   Más tarde, cuando Ajáim había olvidado todo, el bebito que Tsúgki se había llevado salió del agua.

23.   Cuando llegó el tiempo en que Ajáim le agarraría, Tsúgki dijo a Etsa(3):

-          Vete a recoger ajíes de la chacra de Ajáim y tráelos.

24.   Diciendo eso, Tsúgki mandó al niño.

25.   Cuando le mandó el niño Etsa bien tempranito salió del agua y recogió ajíes.

26.   Después de recoger ajíes regresó antes que el sol se levantara.

27.   -¿Quién terminará mis ajíes? Se preguntaba Ajáim-.

28.   -¿Quién acabará tán rápido mis ajíes?- se preguntaba.

29.   Así hablaba Ajáim.

30.   Antiguamente las abejas murúsh y sakát eran shuár. La abeja nápa también era shuár.

31.   Ajáim mandó al shuár Nápa cuidar los ajíes, pero Nápa no pudo agarrar al ladrón, aunque sí lo vio.

32.   – ¡El que se lleva el ají es gente! – dijo Nápa avisando a Ajáim-, ¡El que come tus ajíes es gente!

33.   Eso dijo Nápa avisando a Ajáim.

34.   Como Nápa dejó escapar al ladrón, Ajáim nuevamente envió a otro shuár para que vigilara.

35.   Como Nápa no pudo agarrar al ladrón, Ajáim puso a vigilar a shuár Sakát y al shuár Murúshi.

36.   Con ellos también puso al shuár Séseg Murúshi.

37.   Esos dos shuár agarraron al niño Etsa.

38.   Entonces, Ajáim pensó:

-          Lo mataré y lo comeré.

39.   Aunque al principio Ajáim pensó así, más tarde pensó:

-          ¡Es varón! Cuidaré a este niño para que luego pucunee pajaritos y yo coma –pensó-. Voy a domesticarlo.

40.   Pensando eso, Ajáim agarró al niño y lo domesticó.

41.   Cuando el niño ya estaba grandecito, Ajáim preparó una pucuna del carrizo que llamamos suusú.

42.   El niño Etsa dijo a Ajáim:

-          Abuelo, prepárame una pucuna.

43.   Cuando le dijo eso, Ajáim le hizo una pucuna.

44.   Desde el comienzo, el niño Etsa pucuneaba muchos pajaritos y los llevaba a la casa.

45.   Estando así, Ajáim tumbó un pijuayo, sacó ripas, las raspó bien e hizo una pucuna que cubrió(4) con cera.

46.   - ¡Listo! nieto, vete a pucunear con esto.

47.   Eso dijo Ajáim después de hacer una pucuna de pijuayo.

48.   Ajáim así le habló al niño Etsa.

49.   El niño de seguida se iba a mitayar, pucuneaba pajaritos, los llevaba a la casa, hasta que terminó con todas las aves.

50.   Después de hacer eso muchas veces, aprendió a pucunear a los monos chúu, a los máshu(5) y a las pavas kúyu.

51.   Así vivió el niño Etsa un buen tiempo.

52.   El pajarito que se llevó clavado el virote del niño Etsa fue el que ahora llamamos “Yakíya wiísham(6), y que canta “¡wiích!”

 

 

Gerardo Petsaín Sharúp

 

 

53.   Ese pajarito que se llevó clavado un virote de Etsa, hasta ahora existe.

54.   Los viejos cuentan que el niño Etsa pucuneó a ese pajarito, pero el virote se partió y por eso, actualmente, las plumas de su cola son más larguitas.

55.   Ese pájaro es el que se llevó clavado el virote de Etsa.

56.   Luego, el niño Etsa raspó más virotes.

57.   Con los dositos virotes que raspó, pucuneó cantidad de veces.

58.   Al día siguiente, con esos mismos virotes pucuneó más pajaritos.

59.   El niño Etsa no necesita raspar más virotes ni ponerlos veneno, pues no escapaba ningún pájaro.

60.   Estando así mucho tiempo, el niño Etsa se hizo grande.

61.   Etsa embadurnaba con veneno muchos virotes para matar animales grandes.

62.   Así hacía Etsa pues, al encontrar animales que andan en manada, como los chuú, rápido terminaba los virotes.

63.   Virotes son venenos Etsa sólo tenía los dos que raspó al principio.

64.   Quizá uno de esos virotes le quitó el pájaro wiísham.

65.   Quizá Etsa pucuneó pajaritos con esos mismos virotes hasta que se hizo grande.

66.   Etsa raspaba muchos virotes y los embadurnaba con veneno pues pucuneaba máshu, pucuneaba monos monos yakúm, pucuneaba pák(7), pucuneaba kúyu(8) y pucuneaba tsukagká(9).

67.    Por eso Etsa raspaba muchos virotes.

68.   Etsa pucuneaba toda clase de animales; ningún animal dejaba de pucunear.

69.   Cuentan que haciendo eso Etsa se hizo grande.

70.   Cuando Etsa creció exterminó a todos los animales. También exterminó a las páki.

71.   Etsa también exterminó a los animales que viven en lo más alto de los árboles, como el pajarito que llamamos étsa(10), el que llamamos (11) y el pajarito que llamamos sécha(12).

72.   A todos estos pajaritos Etsa los exterminó.

73.   También exterminó a la paloma yápagkam.

74.    Solo dejó escapar a unita que era el jefe de la bandada.

75.   Etsa continuamente se iba al monte y, después de pucunear animales, regresaba a su casa.

76.   Una de esas veces, Yápagkam estaba sentada en el camino, sobre una maleza por donde Etsa forzosamente tenía que inclinarse para pasar.

77.   Yápagkam, escondida entre los matorrales donde Etsa no pudiera verla, le dijo:

-          ¡Mató a tu mamá y la comió! ¡Wákuakua!(13) –dijo.

 

 

Gerardo Petsaín Sharúp

 

 

78.   Etsa rodeó la maleza y, al no encontrar nada, pensó:

-          ¿por qué me dirá eso? –pensó.

79.   -¡Mató a tu mamá y la comió! ¡Wákuakua!

80.   ¡Alzame tu pucunita!

81.   Cuando le dijo eso, Etsa pensó:

-          ¿Qué me dirá?

82.   Pensando eso, como Etsa no encontraba al que hablaba, introdujo su pucuna entre la maleza.

83.   Entonces, Yápagkam echó a volar y se sentó en medio de la pucuna, pensando que Etsa no la pudiera pucunear.

84.   Entonces Yápagkam dijo:

-          ¡No me piques! ¡Nos has exterminado por dar de comer al que mato a tu mamá!

85.   Diciendo eso, le aviso cómo Ajáim había matado a su mamá.

86.   Entonces, Etsa pensó:

-          ¡Yo no nací acá! ¡Me dice que Ajáim comió a mi mamá!

87.   Pensando eso, Etsa se quedó cavilando.

88.   Yápagkam bajó a tierra y añadió:

-          A tu mamá la comió ése para el que buscas animales. Ajáim comió a tu mamá despúes de matarla.

89.   ¡Ma! Ajáim destripó a tu mamá, te sacó de su vientre, te colocó encima de una roca, luego Tsúgki te llevó y te hizo crecer.

90.   Luego te agarro el shuár Murúshi y te entregó a Ajáim.

91.   Diciendo eso, Yápagkam avisó a Etsa.

92.   (Luego, Yápagkam añadió:)

-          Cuando Ajáim sopla, lo hace con la cabeza de tu mamá.

93.   Diciendo eso, Yápagkam avisaba a Etsa.

94.   – La mujer de Ajáim alisa las vasijas de barro con los ojos de tu mamá.

95.   Diciéndole eso, le avisaba.

96.   Entonces, Etsa dijo:

-          Está bien.

97.   - ¡Me exterminaste por buscar animales para que coma el que mató a tu mamá! –dijo (Yápagkam una vez más).

98.   Cuando le dijo eso, Etsa añadió:

-          Está bien –dijo.

99.   Mata a la mujer de Ajáim, transformala en jápa(14), y luego sirve a Ajáim la carne para que lo coma.

100.   Por último, mata a Ajáim –dijo Yápagkam.

101.   Dile a Ajáim que un jápa está cominedo las yucas de la chacra.

102.   Después de decirle eso, pregútale si sabe comer carne de jápa. Pregúntale eso.

103.   Cuando Yápagkam le dijo eso, Etsa contestó:

-        Está bien –dijo.

104.     De esta maneta Yápagkam le explicaba todo.

105.     – Al llegar a la casa sujeta tus amánas(15), y descubrirás que Ajáim sopla con la    cabeza de tu mamá – dijo.

106.     Cuando le dijo eso, Etsa se alzó las amánas y las sujeto con su itíp para que no sonaran.

107.     Entonces, Etsa dijo:

-          Está bien –dijo.

108.     Más tarde, Etsa recordó:

-          Yápagkam me dijo que haga así.

109.     Pensando eso, cuando Etsa estaba ceca de la casa, se detuvo para sujetar las amánas con su itíp.

110.     Los amánas, que llevaba en sus orejas, también los sujetó con sus manos.

111.     Como la casa tenía un cerco, Etsa empujó la puerta y, al entrar, soltó los amána. ¡Tsantsán! Sonaron.

112.     Entonces, Ajáim exclamó:

-          ¡Cha! ¡Mi nieto viene!

113.     Diciendo eso, Ajáim quiso esconder la cabeza de la mujer en una vasija nueva pero, al tirarla, la cabeza golpeó contra la olla y cayó al suelo.

114.     La cabeza, rodando, se acercó al sitio donde estaba el niño Etsa apoyaba su pucuna, y ahí se detuvo.

115.     La mujer se levantó de inmediato y, queriendo esconder los ojos los tiró, pero los ojos chocaron contra una olla y rodaron por el suelo hasta detenerse.

116.     A los ojitos lágrimas les brotaron al ver a su hijito.

117.     Cuentan que eso hicieron los ojitos que estaban en el suelo.

118.     Etsa pasó por delante de los ojos como si no los viera, y dejó apoyada su pucunita.

119.     (Entonces, Ajáim susurró a su señora:)

-          ¡Recógelos, rápido!

120.     Ajáim continuó hablando a su señora:

-          ¡Recógelos y mételos en la olla! –dijo Ajáim.

121.     Cuando le dijo eso, la mujer se levantó y, con disimulo, cogió los ojitos y los metió a la olla.

122.     Entonces, Etsa dijo:

-          Abuelo, no encontré ningún animal. Quizá terminé con todos –dijo.

123.     Después de que Etsa dijo eso, la mujer chapeó masato y le invitó.

124.     Después de beber masato, Etsa, sentado en su chimpuí, preguntó:

-          ¿Sábes comer carne de jápa, abuelo? ¡Ma! Ya terminé con todos los animales.

125.     Sólo queda un jápa que está acabando la chacra de ínchi.

¡Demasiado está comiendo! –dijo.

126.     Cuando Etsa le preguntó eso, Ajáim contestó:

-          ¿Cómo me preguntas eso? Yo sé comer toda clase de animales.

127.     Mata al jápa. ¿por qué no voy a comer carne de jápa? –conetestó Ajáim.

128.     – Está bien –dijo Etsa.

129.     ¡Ma! Entonces Ajáim tumbó el pijuayo que estaba fuera de la casa.

130.     – Hazme una lanza.

131.     Cuando Etsa le dijo eso, Ajáim contestó:

-          Te haré una lanza.

132.     Diciendo eso, Ajáim raspó una ripa del pijuayo e hizo la lanza que llamamos kaí nágki.

133.     Esa clase de lanza, hecha con madera de pijuayo, los viejos la llamaban kaí nágki.

134.     Ajáim raspó una ripa del tronco de pijuayo e hizo esa clase de lanza.

135.     Entonces, Etsa conjuró a la lanza para que no se le clavara cuando la tirara Ajáim, ya que ningún jápa comía en la chacra y Etsa lo engañaba con otras intenciones.

136.     Entonces, Ajáim dijo:

-          Yo, que soy viejo, probaré a clavar primero la lanza.

137.      Yo, que soy viejo, probaré si puedo matar al jápa –dijo Ajáim.

138.     – Está bien.

139.     Diciendo eso, Etsa le entregó la lanza a Ajáim para que la clavara en el hijuelo del pijuayo, que era grandecito y ya tenía su cabeza.

140.     – probaremos con ese pijuayo. Haremos igual que con el jápa –decían preparándose para competir.

141.     Cuando Etsa dijo eso, Ajáim agarró la lanza y la arrojó.

142.     Ajáim tiró la lanza, queriendo atravesar el hijuelo del pijuayo, pero sólo lo rozó.

143.     – Abuelo, tú ya estás viejo e igual te puede suceder con el jápa.

144.     Ahora probaré yo, que soy jovencito.

145.     Así dijo ese shuár que era Etsa.

146.     Diciendo eso, se fue a traer la lanza.

147.     Etsa había conjurado a la lanza para que no se clavara; ahora la conjuró para que se hincara en la cabeza del pijuayo.

148.     Etsa arrojó la lanza y la clavó en la cabecita del pijuayo que se arrancó y cayó al suelo.

149.     – Abuelo, igual puedo hacer con el jápa –dijo Etsa.

150.     –Nieto, tú que eres jovencito, mátalo –dijo Ajáim.

 

 

Gerardo Petsaín Sharúp

 

151.     –Está bien, -contestó Etsa.

152.     Al amanecer, Etsa pidió masato a la mujer que luego mataría.

153.     –hoy mataré ala jápa. Mamá, chapea masato y dámelo. Tempranito me iré a matar al jápa –dijo Etsa.

154.     Entonces, de mañanita, la mujer chapeó masato y se lo dio.

155.     También asó yuca y se la sirvió para que la comiera, y, luego Etsa se fue.

156.     Cuando estaba por amanecer, Etsa se fue.

157.     –tú, mamá, ven cuando el sol se esté alzando, pues para entonces ya habré matado al jápa.

158.     Diciendo eso, explicó todo a su mamá y luego dejo a la que trataba como si fuera su verdadera mamá.

159.     Cuando el sol salía, cuando el sol apenas estaba saliendo, la mujer venia por el camino.

160.     Esa mujer venía por el camino y sus amaná sonaban ¡tsan! ¡tsan!.

161.     Mientras la mujer hacía eso, Etsa estaba escondido detrás de un árbol.

162.     Esta, escondido detrás de un árbol, agarró la lanza, la arrojó y atravesó a la mujer, mientras conjuraba:

-¡Kusúiiiii! ¡Transfórmate en jápa, en jápa! ¡Kusúiiiii! ¡Transfórmate en jápa, en jápa!. Así hizo.

163.     conjurando así transformó al japá.

164.     Todo el cuerpo de la mujer se transformó en japá, sus uñas se transformaron en pezuñas de jápa. Cuando la mujer acabó de transformarse también tenía rabo.

165.     Únicamente Etsa no pudo transformar la cabeza de la mujer.

166.     Después de eso, Etsa amarró al jápa y se lo llevó regresando a casa.

167.     Llegando a la quebrada cercana a la casa, donde sacaban agua, Etsa destripó al jápa y cortó su cabeza de mujer.

168.     Cuando terminó, escondió la cabeza y llevó a la casa el resto de la carne.

169.     Entonces, Ajáim preguntó a Etsa:

-          ¿Dónde está tu mamá?

170.     Diciendo eso, Ajáim preguntó a Etsa.

171.     Cuando Ajáim le preguntó eso Etsa contestó:

-          Mi mamá me dijo: “Haz como siempre y cocina el jápa para que tu abuelo coma”.

172.     “después que lo cocines dáselo a Ajáim para que lo coma”.

173.     “Yo, mientras, recogeré hojas tiernas de yuca y las lavaré bien para cocinarlas junto con el jápa”.

174.     “después de sacar la yuca, deshierbar la chacra y dejar preparada la candela(16), regresaré a la casa”-. Cuentan que así dijo Etsa.

175.     Etsa avisó a Ajáim lo que la mujer le había encargado.

176.     – Está bien –dijo Ajáim.

177.     Etsa comenzó a pelar apuradamente el jápa y, terminando, lo pedaceó, lo metió en la olla y lo puso al fuego.

178.     Cuando el agua aún no hervía. Etsa sirvió la carne en una hoja, la dejó en el suelo e invitó a Ajáim.

179.     Después de servir a Ajáim, lo dejó.

180.     Luego, Ajáim dijo:

-          Tu mamá que pruebe el caldo.

181.     Así hablaba Ajáim mientras comía a su propia mujer transformada en jápa.

182.     –Aún queda carne para que coma mi mamá –dijo Etsa-. Aún queda carne para mi mamá –dijo.

183.     Entonces, Ajáim dijo:

-          Llama otra vez a tu mamá.

184.     Cuando le dijo eso, Etsa llamó a su mamá gritando:

-¡Mamáaa!

185.     Cuando gritó así, el tocón que Etsa conjuró para que contestara, respondió:

-          ¡Jáuuu¡ -contestó.

186.     Cuando el tocón contestó, Ajáim lo escuchó igual que cuando su mujer gritaba.

187.     - ¡Sírvele de comer a tu abuelo! –añadió el tocón-.

188.     ¡Yo regresaré después de lavar las hojas tiernas de yuca para cocinarlas junto con el jápa! –añadió.

189.     Cuando el tocón dijo eso, Etsa avisó a Ajáim diciéndole:

-          ¡Ma! Mi mamá dice así –dijo Etsa.

190.     ¡Ma! Ajáim escuchó el grito del tocón como si fuera de su mujer y no se preocupó.

191.     Después de llamar varias veces, cuando Ajáim comenzaba a desconfiar, Etsa le dijo:

-          ¡Ma! Abuelo, vete a bañar mientras yo cocino la cabeza del jápa y esperaré a que regreses.

192.     Ya es tiempo de que mi mamá vuelva –dijo Etsa.

193.     Cuando lo dijo eso, Ajáim contestó:

-          Etsa bien –dijo.

194.     Ajáim, haciendo caso a Etsa, se levantó y se fue.

195.     Ajáim se levantó, se fue, y llegó donde estaba el sékemur(17) que Etsa conjuró cuando se bañó.

196.     Ajáim agarró el mismo sékemur, pues Etsa le dijo que se bañara con ese sékemur.

197.     Ajáim quiso bañarse antes de comer la carne de jápa.

 

 

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198.     Mientras se bañaba, el sékemur le entró en los ojos y, como le dolía, se los sobó.

199.     Ajáim regresó a la casa cuando la cabeza de la mujer ya estaba por cocinarse. Al rato se cocinó.

200.     Después que Ajáim llegó y se sentó, Etsa le dijo:

-          Abuelo, siéntate en tu kutág.

201.     Etsa lo habló como siempre lo hacía.

202.     – Sacaré de la olla la cabecita del jápa para que comas.

203.     Mi mamá está en la quebrada, ahí cerquita, donde siempre sacamos agua.

204.     Mi mamá me dijo: “Saca de la olla la cabecita del jápa para que tu abuelo coma. Yo comeré más tarde la carne”.

205.     Etsa le avisó a Ajáim lo que la mujer lo encargó.

206.     Ajáim no notaba el engaño pues Etsa siempre lo trataba así.

207.     – Abuelo, cierra tus ojos pues voy a sacar la cabecita del jápa.

208.     Como Etsa siempre le hablaba así, Ajáim no sospechó nada, y permaneció sentado con sus ojos cerrados.

209.     Como Ajáim acostumbrado a hacer eso, se quedó sentado con los ojos cerrados.

210.     Cuando Ajáim estaba así, Etsa sacó la cabeza de la mujer y, al colocarla sobre una hoja, se escuchó “¡tsantsán!”

211.     Cuentan que así sonaron los amanás (que colgaban de las orejas de la mujer).

212.     Cuando los amánas sonaron, Ajáim exclamó:

-          ¡Chaa! ¡Nieto, así recuperas la muerte de tu mamá!

213.     Cuando Ajáim dijo eso, cuentan que Etsa agarró la kai nágki que estaba apoyada, ésa con la que había matado a la mujer y, atravesando a Ajáim, lo tumbó en el suelo.

214.     Después de lancearlo varias veces, lo clavó en el suelo, lo sujetó bien (con guayaquiles), y ahí lo dejó tumbado.

215.     Después de mucho tiempo Kúyu se fue a ver si Ajáim había muerto.

216.     Pasado un tiempo Kúyu se fue a ver, y encontró a Jémpe chupando flores del pene de Ajáim.

217.     Después que Kúyu vió cómo Jémpe chupaba las flores, dijo a Etsa:

-          ¡Aún no ha muerto!

218.     Así dijo Kúyu refiriéndose a su abuelo Ajáim.

219.     Kúyu siempre llamaba “abuelo” a Ajáim.

220.     – El abuelo aún no ha muerto.

221.     Después de decir eso, las Kúyu cortaron los guayaquiles, (que aprisionaban a Ajáim), y se lo llevaron.

222.     Después de llevarlo, le dijieron:

-          Vamos a pucunear pajaritos para que comas. Nosotros lo pucuneamos y tú los recoges.

223.     Diciendo eso, pusieron al viejo Ajáim debajo de un árbol inchintak.

224.     Así hicieron con Ajáim pues a ese sitio vendrán todas las aves para llevarlo.

225.     Cuando las aves acudieron a comer los frutitos del inchintak, Kúyu las pucuneaba y, al caer al suelo, Ajáim les chupaba sus ojitos y las amontonaba.

226.     Más tarde, las aves pucuneadas se levantaron y hablaron.

227.     Las aves a las que Ajáim no chupó sus ojitos, se levantaron y dijieron:

-          Vamos a llevarte –dijieron a Ajáim.

228.   Vamos a dejarte allá lejos, en el Río Tugkím, donde nadie vive –dijeron.

229.     Cuando le dijeron eso, Ajáim contestó:

-          Está bien –dijo.

230.     Entonces, se reunieron los Tátasham, las Kúyu, los Aúnts, los Tsukagká, toda clase de aves, y le dijeron:

-          Vamos a llevarte –dijeron.

231.     Cuando le dijeron eso. Ajáim contestó:

-          Está bien –dijo.

232.   Entonces, las aves añadieron:

-          ¡Vamos! –dijeron.

233.     Le llevaron después de conversar bien.

234.     Primero lo llevaron los Tsukagká.

235.     Un Tsukagká lo agarró por un brazo; otro Tsukagká lo agarró por el otro brazo; otro Tsukagká lo agarró por la cintura; por aquel lado también lo agarró otro Tsukagká.

236.     Tres o cuatro Tsukagká lo agarraron y se lo llevaron, subiendo y bajando, (así como es el vuelo del tucán).

237.     - ¡Nietos, me cortaron la respiración!

238.     Cuando Ajáim dijo eso, lo dejaron en el suelo.

239.     De ahí lo llevaron las Kúyu, que vuelan planeando y, cuando Ajáim quería descansar, lo dejaban en el suelo.

240.     – Nietos, aquí voy a descansar.

241.     Cuando Ajáim decía eso, (lo bajaban y descansaban).

242.     Así hicieron muchas veces.

243.     – cuando me llevan los nietos Tsukagká, se me corta la respiración.

244.     Los nietos Kúyu me llevan mucho mejor –dijo Ajáim.

245.     Aunque Ajáim decía eso, la próxima vez lo llevaron los Tátasham.

246.     ¿No se han fijado cómo vuela esa ave? Pues igual volaron en aquella ocasión: subiendo y bajando.

247.     Después de hacer eso muchas veces, cuando Ajáim ya estaba sin respiración, lo dejaron en el suelo.

 

 

 

Gerardo Petsaín Sharúp

 

248.     – los nietos Tsukagká y Tátasham me cortan la respiración.

249.     Los nietos Kúyu me llevan mucho mejor –decía Ajáim.

250.     Después de hacer eso muchas veces, llegaron al rio que llamamos Tugkím, donde nadie vive, lo dejaron cerca de la orilla y le dieron un ínchi que Yúus conjuró para que nunca se terminara.

251.     Primeramente colocaron a Ajáim dejándole libre de la mano derecha.

252.     Luego rasparon una ripa, hicieron una flecha y se la entregaron a Ajáim.

253.     Ajáim no dejaba pasar ningún pez, pues fácilmente los picaba con la flecha.

254.     Como Ajáim hacía eso, mucho sufrían los peces al no poder pasar.

255.     Como Ajáim hacía sufrir a los peces, le dieron vuelta dejándole libre la mano izquerda, y así lo dejaron.

256.     Entonces, Ajáim no pudo picar fácilmente a los peces.

257.     Después de sufrí intentando picar algún pez, por fin picó uno y se lo comió, acompañándolo con el ínchi que nunca se terminaba.

258.     Sólo eso comió hasta que anocheció.

259.     Cuando es verano y Ajáim tiene ganas de comer pescado, grita: “¡Tuuu!”.

260.     Cuando los viejos escuchan ese grito, dicen:

-          Como es verano Ajáim no pica ningún pez y llora de hambre.

261.     Eso dicen los viejos.

262.     Diciendo eso, los viejos cuentan.

263.     Después de colocar a Ajáim con la mano izquerda libre, las aves regresaron dejándolo ahí para siempre.

264.     Así no más termina este aújmatmau.

265.     Así no más mi papá  contaba este aújmatmau,

266.     ¡Ma! Así sucedió con Ajáim.

267.     Diciendo eso, los viejos contaban.

268.     Eso es todo lo que sé.

269.     Ahí termina.

 

Gerardo Petsaín Sharúp

 

REFERENCIAS:

Fuente: Manuel García-Rendueles. Yaunchuk… Universo místico de los huambisas. (1996), páginas 402-412.

 

 


(1)   Otras versiones señalan que fue un huevo lo que Ajáim sacó de la mujer.

(2)   Unturú: variedad de garza.

(3)   Etsa: sol, Héroe civilizador.

(4)   Majuámu: embadurnar la pucuna con cera de abeja sakát o kutsayá. También se utiliza la resina del árbol pegkáu.

(5)   Máshu: pajuil.

(6)   Yakíya wiísham: pajarito que vive en las ramas altas y secas de los árboles.

(7)   Páki: huangana.

(8)   Kúyu: pava de monte.

(9)   Tsukagká: tucán.

(10)    Etsa: pajarito de color azul. Anda por la copa de los árboles.

(11)    Aú: pajarito de vistosos colores.

(12)    Sécha: pajarito de cabeza amarilla.

(13)    Canto de la paloma yápagkam.

(14)    Jápa: venado.

(15)    Amána: colgante sonoro.

(16)    Las mujeres shuár acostumbran a dejar en la chacra un fuego encendido para ahuyentar a los animales ladrones como el añuje, el venado el majás.

(17)    Sékemur: raíz olorosa que se usa, macerándola, como jábon para la limpieza corporal y para lavar ropa.