LA CASHARRACA Y EL CASHAULLU, MÁS ALLÁ DEL AMOR
Fecha de recepción: 18-06-2023 Fecha de aceptación: 13-01-2024
DOI: https://doi.org/10.55996/manguare.v3i1.231
Napoleón Culqui Valdez
https://orcid.org/0000-0003-3225-9159
Dirección Regional de Educación de Amazonas.
Fig. 1
En la llacta de Quishcambal, muy cerca de las llactas de Quillay, Laumán, Siupán y Luvín, hace mucho, pero mucho tiempo, sucedió un hecho que, hasta ahora, está en la memoria y en la punta de la lengua de muchos pobladores de esta zona. Pues, aquí en esta llacta nació una niña muy hermosa que, por su singular belleza, le pusieron el nombre de Wayta; es decir Flor. Ella, con el correr del tiempo, debido a una característica muy especial de su órgano sexual, le llamaron Casharraca. Ella pues, desde la adolescencia, en vez de vello púbico, le creció espinas delgadas y punzantes. Espinas que exhalaban veneno y causaron muchas muertes de jóvenes pretendientes.
La Casharraca, desde muy jovencita, era una shipash muy codiciada por muchos huaynas del lugar y otros pueblos aledaños. Pero ella, como muchas mujeres prudentes y pacientes, esperaba a su hombre ideal. Muchos tocaron la puerta de su corazón intentando tomar posesión. Para ser aceptados demostraron diferentes habilidades y diversas pruebas de fuerza y valor, pero sin tener respuesta positiva. Pero, no por mucho tiempo se mostró renuente en las lides del amor. Pues, la Casharraca abrió de par en par las puertas de su corazón a Quinty, un joven apuesto, natural de la llacta de Siupán. Quinty, haciendo honor a su nombre, el colibrí, rápidamente quiso saborear el néctar de la flor. Pero, ¡oh, sorpresa! Esa flor era muy especial. Como dicen mientras más hermosa es la flor, más punzantes son sus espinas. Y esta era una flor que despedía no sólo aromas embriagantes sino también una pócima mortal.
Una tarde gris, Quinty la quiso poseer a la Casharraca y vaya ¡qué sorpresa! El joven, antes de consumar el acto sexual, terminó con su miembro viril destrozado por la encrucijada de púas mortales. Ante este hecho, lleno de dolor y dando gritos estridentes, huyó del lugar. Corrió y corrió dando saltos de cerro en cerro, de montaña en montaña, de valle en valle hasta perderse sumergido en las turbulentas aguas del Atun Mayu, el gran río que ahora se llama Marañón. Por eso, hasta hoy todavía se puede ver las huellas de la sangre que han quedado en algunas peñas y cerros de esa zona.
Para la Casharraca esta primera experiencia de amor fue muy desagradable. Desde la codillera presenció el triste final de su joven galán. Por eso, derramando abundantes lágrimas, regresó desconsolada a su casa de Quishcambal. Hasta ahora, hay una zona en la cordillera de Deco donde nunca cesa de llover y los lugareños dicen que son las lágrimas de la Casharraca que todavía siguen cayendo.
Bueno, batiendo sus alas avanzó el tiempo. Pero, como dicen también que las aguas del tiempo curan todas las heridas del alma y hacen olvidar los pesares, la Casharraca tuvo la oportunidad de abrir su corazón a otro pretendiente. Se llamaba Huamán y era un valiente huayna de Kuélap; pero, lastimosamente, tuvo la misma suerte que Quinty. Posteriormente, en el primer encuentro amoroso, corrieron la misma suerte Puiquín, Epquín, Soplín, Iliquín, Tucto, Valqui, Chauca, Tauma y otros más que se atrevieron a conquistar a la Casharraca.
La fama mortal de la Casharraca se hizo conocida en toda la región. Ya ningún joven tenía la osadía de acercarse a ella. Se convirtió en una especie de flor prohibida. Una flor que había nacido sólo para contemplar su belleza.
Pero, en Óllape, al frente de Atun Shallca (hoy el pueblo de La Jalca), vivía también un joven que, por las características especiales de su órgano sexual, le llamaban el Cashaullu. Vale decir, en vez de vello púbico le creció espinas agudas y también ponzoñosas. Muchas veces cuando se iba a pishir se le caían espinas. Dicen que de ahí creció una planta muy espinosa que ahora le llaman sonche.
Lo cierto es que el Cashaullu, que era muy enamorador, andaba tras las shipash. Pero, dice que las jovencitas morían después del primer encuentro sexual con fuertes infecciones.
En esas correrías, el Cashaullu se enteró de la Casharraca. Por eso, un buen día, se encaminó a Quishcambal para conocer y enamorar a esta mujer. Dice que ambos, a primera vista, sintieron una especial atracción. Por eso se miraron y abrazaron mutuamente. Así estuvieron toda la tarde compartiendo caricias, cada vez más provocativas y atrevidas.
Cuando la luna llena lucía esplendorosa por oriente, la singular pareja ya había pasado el preámbulo amoroso. Había un fuego abrasador en sus cuerpos. Dice pues que cuando el Cashaullo la empezó a poseer, ella sintió un profundo dolor en sus entrañas. En ese momento, tomando aire, empujó con fuerza al Cashaullu, se levantó y se puso a huir gritando:
- Wayra ticrana, wayra ticrana, wayra ticrana.- Era el llamado al viento.
Dice que la Casharraca, ayudada por el viento, creció cinco veces más de tamaño y empezó a correr a toda velocidad. Corría y corría sólo con las puntas de sus pies. Huía ayudada por el viento:
- ¡Uuuuuhhhhsssssssss!, ¡uuuuuhhhhsssssssss!, ¡uuuuuhhhhsssssssss!
Pero, el Cashaullu también invocó al viento:
- Wayra ticrana, wayra ticrana, wayra ticrana.
Y también, ayudado por el viento, creció cinco veces más de tamaño y empezó a correr tras la Casharraca:
- ¡Uuuuuhhhhsssssssss!, ¡uuuuuhhhhsssssssss!, ¡uuuuuhhhhsssssssss!
En la noche de luna llena, con mucha claridad y desde lejos, se podía observar las siluetas de los personajes corriendo sobre los cerros y montañas, siguiendo la dirección del Capac Ñan o Camino Real.
Así, en pocos minutos, recorrieron muchos kilómetros. Dice que la Casharraca quería pishir. En la entrada de Chachapoyas ya no aguantaba. Por eso, se sentó a miccionar. Pero, sólo dos gotitas de orín pudo expulsar, pues, el Cashaullu ya se escuchaba cerca:
- ¡Uuuuuhhhhsssssssss!, ¡uuuuuhhhhsssssssss!, ¡uuuuuhhhhsssssssss!
Por eso, ella rápidamente se levantó y siguió huyendo.
Desde aquel entonces, hasta hoy, hay dos pocitos con agua medio salada y con sabor a orina cerca de Chachapoyas.
Bueno, la Casharraca, con más velocidad, siguió huyendo. Como un viento pasó sobre Chachapoyas y bajó por Higos Urco, sacando mucha ventaja al Cashaullu. Luego se encaminó por la zona del Alto Imaza. En aquel momento, tenía grandes deseos de pishir. Ya no aguantaba más. Y como no escuchaba a su perseguidor se sentó sobre un cerro y empezó a orinar a sus anchas:
- ¡Pishshshsshhshshshsh!, ¡pishshsshshshshshsh!, ¡pshishshshshshshsh!.
Mientras tanto, poco a poco y a lo lejos, se empezó a escuchar al Cashaullu que venía como un viento:
- ¡Uuuuuhhhhsssssssss!, ¡uuuuuhhhhsssssssss!, ¡uuuuuhhhhsssssssss!
Dice pues que cuando la Casharraca terminó de pishir un rayo cayó, la destrozó y carbonizó su cuerpo. Solamente su parte íntima quedó pegada enterita en una roca. Ahora ya está petrificada. Clarito se observa la vagina rodeada de espinas.
Cuando llegó el Cashaullu, desesperadamente, anduvo buscando a la Casharraca, pero no la encontró. En eso, también cayó un rayo, la despedazó y carbonizó su cuerpo. Solamente su órgano sexual se quedó estampado y petrificado en otra peña. Hasta hoy, clarito se observa un pene rodeado de espinas.
También, desde aquel entonces, de la orina de Casharraca que penetró en todo el cerro se originó la mina de sal de Yurumarca.
Glosario:
- Casharraca.- Casha: espina y raca: órgano genital de la mujer.
- Cashaullu.- Casha: espina y ullu: órgano genital masculino.
- Huayna.- Hombre joven.
- Llacta.- Pueblo.
- Pishir.- Miccionar, orinar.
- Quinty.- Colibrí. Picaflor.
- Shipash.- Mujer joven. Señorita.
- Sonche.- Especie de arbusto muy espinoso.
- Wayra.- Viento.
- Wayta.- Flor.